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Pequeños tesoros de la naturaleza, las semillas de cardo mariano encierran una tradición milenaria que se revela lentamente en el agua caliente de una infusión. De su cáscara brillante y oscura, con finas vetas, emerge un patrimonio de principios activos que la naturaleza ha cuidado con esmero. Cuando estas valiosas semillas se encuentran con el agua hirviendo, liberan su esencia en un ritual que invita a la pausa y a la conciencia. El acto de verter el agua, esperar la infusión, observar el color ámbar que se extiende en la taza, representa un momento de conexión con el mundo vegetal y con nosotros mismos. Cada sorbo de esta infusión natural lleva consigo no solo el sabor ligeramente amargo característico de esta planta medicinal, sino también la promesa de un bienestar antiguo como el ser humano, transmitido a través de siglos de medicina tradicional.
Las semillas de cardo mariano, a menudo llamadas simplemente "frutos del cardo", representan la parte más valiosa de la planta Silybum marianum, perteneciente a la familia de las Asteraceae. Estos pequeños aquenios, de forma ovalada y color marrón oscuro con vetas claras, no son técnicamente semillas en sentido botánico, sino frutos secos que contienen en su interior la verdadera semilla. Su superficie brillante y su peso ligero los hacen inmediatamente reconocibles entre otras semillas medicinales.
Ricas en silimarina, un complejo de flavonolignanos con propiedades antioxidantes, las semillas de cardo mariano han sido utilizadas durante siglos en la medicina tradicional europea, particularmente para el apoyo de las funciones hepáticas y por su efecto desintoxicante. La tradición herbolaria las ha empleado como remedio para favorecer la digestión y como tónico para el organismo, especialmente después de períodos de fatiga. En la cuenca del Mediterráneo, donde esta planta crece espontáneamente, el cardo mariano en semillas era considerado un aliado valioso para purificar el organismo y apoyar el metabolismo.
Su composición también incluye ácidos grasos esenciales, vitaminas del grupo B y minerales que contribuyen a su perfil nutricional completo, haciéndolos no solo un ingrediente para infusiones sino también un complemento alimenticio apreciado.
Las semillas de cardo mariano presentes en la colección de Terzaluna provienen de las llanuras de Alemania, donde se cultivan según métodos que respetan los ritmos naturales de la planta. La cosecha 2024 garantiza semillas de excepcional calidad y frescura. Esta procedencia del norte de Europa asegura altos estándares en el cultivo, con un control riguroso de todo el proceso productivo, desde la siembra hasta la cosecha.
Las semillas de cardo mariano pertenecen a una planta cuya historia se entrelaza profundamente con la del ser humano, atravesando siglos de tradición herbolaria y medicina popular. Las primeras huellas documentadas del uso del cardo mariano se remontan a los antiguos griegos. Dioscórides, célebre médico y botánico del siglo I d.C., describió sus propiedades en su "De Materia Medica", recomendando su uso para trastornos hepáticos y mordeduras de serpiente. La planta, con sus valiosas semillas, también encontró espacio en la medicina romana, donde Plinio el Viejo exaltó sus virtudes depurativas.
Durante la Edad Media, el cardo mariano en semillas se convirtió en protagonista en los jardines de los monasterios europeos, donde monjes y monjas cultivaban ejemplares para preparar remedios curativos. Una leyenda cuenta que las características manchas blancas en las hojas aparecieron cuando algunas gotas de leche de la Virgen María cayeron sobre la planta durante la lactancia de Jesús – de ahí el nombre "mariano" y el apodo popular de "cardo de Santa María".
En el Renacimiento, el médico suizo Paracelso amplió su uso terapéutico, mientras que la tradición popular continuaba transmitiendo recetas y preparaciones a base de estas semillas oscuras. En Alemania, el cardo mariano se convirtió en objeto de particular atención, tanto que en el siglo XVIII los médicos alemanes comenzaron a prescribirlo sistemáticamente para problemas digestivos y trastornos del hígado.
La planta, originaria de la cuenca mediterránea, se ha difundido a lo largo de los siglos por toda Europa, el norte de África y partes de Asia, adaptándose a diferentes climas y volviéndose en algunos casos incluso invasiva en las Américas, donde fue introducida por los colonos europeos. Esta extraordinaria capacidad de adaptación atestigua la resiliencia de una planta que, al igual que sus semillas, encierra en sí una fuerza vital extraordinaria.
Las semillas de cardo mariano provienen de una planta majestuosa e inconfundible, que se alza imponente en el paisaje con una altura que puede alcanzar los 2 metros. Esta bienal robusta desarrolla un tallo erguido y ramificado que sostiene la característica arquitectura vegetal. Las hojas son quizás el elemento más reconocible: amplias, de un verde brillante, están decoradas con venas blancas que parecen trazadas por un pincel.
En verano, la planta se corona con llamativos capítulos florales de color púrpura o rosa intenso, que pueden medir hasta 5 cm de diámetro. Después de la floración, los capítulos maduran transformándose en frutos secos que contienen las valiosas semillas de cardo mariano: pequeños aquenios ovalados de 6-8 mm, de un característico color marrón oscuro con elegantes estrías más claras.
Las semillas de cardo mariano se recogen durante el periodo estival, generalmente entre julio y septiembre, cuando los característicos capítulos púrpuras han completado la floración y comienzan a secarse naturalmente. Este momento crucial requiere experiencia y sensibilidad: el recolector experto sabe reconocer el instante exacto en que los frutos han alcanzado la plena madurez, cuando el vilano blanco está completamente formado pero las semillas aún no están listas para dispersarse con el viento.
Una vez secos, los capítulos se someten a batido, un procedimiento delicado que permite separar las semillas de cardo mariano del material vegetal circundante.
Las semillas de cardo mariano poseen una sorprendente versatilidad que las hace valiosas en múltiples aspectos.
Su uso principal es sin duda en la preparación de tisanas y decocciones.
La infusión, de sabor característico ligeramente amargo, puede integrarse en la cotidianidad como un momento de pausa regeneradora, particularmente indicada después de las comidas principales para favorecer la digestión. La tradición popular sugiere disfrutar de esta bebida caliente durante los cambios de estación o en períodos de fatiga, cuando el organismo necesita un apoyo depurativo natural.
En los monasterios medievales, donde el arte de la preparación de remedios naturales alcanzó niveles de refinamiento extraordinarios, el decocción de semillas de cardo se ofrecía a los viajeros cansados como reconfortante para el cuerpo y el espíritu.
Las semillas de cardo mariano, además de su uso principal en tisanas y decocciones, revelan una sorprendente versatilidad en el ámbito culinario y como alimento natural para diversas especies de aves. En la cocina, estos pequeños frutos oscuros pueden transformarse en ingredientes originales capaces de enriquecer numerosas preparaciones con su característico sabor ligeramente amargo y sus propiedades nutritivas.
En el panorama gastronómico, el cardo mariano en semillas se utiliza en la preparación de licores digestivos artesanales, donde se pone en infusión en alcohol junto con otras hierbas aromáticas para crear destilados de perfil complejo y virtudes tónicas. Pueden ser tostadas ligeramente y añadidas a ensaladas o sopas para un toque crujiente y un sabor particular, o molidas e incorporadas en la masa de pan, galletas y otros productos de panadería para aumentar su valor nutricional. Algunos chefs creativos también las utilizan para aromatizar aceites de condimento o vinagres, creando bases sabrosas para vinagretas innovadoras.
En el mundo de la avicultura, estas semillas representan un alimento particularmente valioso. Los jilgueros, que deben su nombre al amor por esta planta, las consideran una verdadera delicia y se alimentan naturalmente de ellas en la naturaleza. También los canarios, periquitos y muchas otras especies de aves de jaula y de voladera se benefician de su consumo, gracias a su alto contenido de ácidos grasos esenciales y antioxidantes. Los criadores más atentos las incluyen regularmente en las mezclas de semillas, especialmente durante el período de muda o de reproducción, cuando las aves necesitan un apoyo nutricional adicional.
Preparar una infusión con semillas de cardo mariano requiere pocos pasos, pero cierta atención a los detalles marcará la diferencia en el resultado final. Comencemos con lo necesario: una cucharadita colmada de semillas de cardo mariano por cada taza de agua, un cazo preferiblemente de acero inoxidable o cerámica, un colador de malla fina y, por supuesto, agua de buena calidad.
A diferencia de otras infusiones, la obtenida de los frutos del cardo requiere una preparación más similar al decocción que a la infusión clásica. Aquí te explicamos cómo proceder para extraer al máximo los principios activos de estos valiosos frutos:
Las semillas de cardo mariano en infusión encuentran su momento ideal de consumo preferiblemente después de las comidas principales, para acompañar las funciones digestivas. Un sorbo caliente de esta infusión ámbar, con su característico regusto ligeramente amargo, se convierte en un valioso aliado especialmente al final de comidas abundantes o particularmente elaboradas.
La noche representa otro momento privilegiado para saborear esta bebida. En el silencio de las horas que preceden al descanso, una taza humeante de infusión de cardo mariano puede transformarse en un ritual de relajación, un gesto consciente que marca la transición entre la actividad del día y el merecido descanso.
Las semillas de cardo mariano a granel representan un pequeño tesoro de la naturaleza que merece ser elegido con cuidado y conciencia. En Terzaluna, hemos seleccionado para ti frutos de calidad superior, recolectados con atención para preservar intactas todas sus propiedades beneficiosas. La elección de un producto a granel no es solo un gesto ecológico que reduce los embalajes superfluos, sino también una forma de entrar en contacto directo con la materia prima en su forma más auténtica y pura.
Nuestro cardo mariano en semillas encierra la esencia de una tradición herborística milenaria, ofreciéndote la libertad de dosificarlo según tus necesidades personales, ya sea para preparar una infusión regeneradora, enriquecer una receta culinaria o alimentar a tus amigos alados.
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