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El agua de San Juan es una antigua preparación ritual obtenida de la inmersión de flores y hierbas silvestres en agua durante la noche entre el 23 y el 24 de junio, dejada al aire libre para ser enriquecida por el rocío nocturno. Esta práctica, cargada de simbolismo y magia natural, representa un puente entre creencias paganas relacionadas con el solsticio de verano y tradiciones cristianas asociadas a la figura de San Juan Bautista. Se trata de una costumbre profundamente arraigada en la cultura popular italiana, especialmente sentida en regiones como Calabria y Toscana, pero ahora extendida en gran parte del país y en diversas zonas de Europa.
Su esencia reside en el poder purificador y renovador que se atribuye a esta agua especial, recogida en un momento del año considerado mágico. Para los campesinos, esta preparación siempre ha representado uno de los ritos de buena suerte más importantes del calendario, coincidiendo con el período del solsticio de verano cuando las cosechas pueden ser amenazadas por tormentas repentinas o sequía. ¿Qué es el agua de San Juan sino un maravilloso ejemplo de cómo la sabiduría popular ha creado un puente entre lo sagrado y lo profano? En ella se fusionan armoniosamente elementos naturales y espirituales, en un ritual que celebra el renovamiento y la protección.
La tradición dice que bañarse con esta agua milagrosa trae beneficios para la salud, en particular para los ojos y el rostro, y tiene un significado profundo de purificación y renacimiento, evocando simbólicamente el bautismo practicado por el Santo.
No hay nada más fascinante que recoger las flores al atardecer del 23 de junio, dejándolas acariciar por el rocío nocturno. Pero si no puedes hacerlo, ¡no renuncies a la magia del agua de San Juan!
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El agua de San Juan hunde sus raíces en un fascinante entrelazado de creencias paganas y cristianas, creando un puente entre mundos espirituales diferentes pero complementarios. Esta tradición milenaria celebra el momento mágico del solsticio de verano, cuando el límite entre el mundo terrenal y el sobrenatural se adelgaza, permitiendo que los elementos naturales se carguen de energías particulares.
Mucho antes de la llegada del cristianismo, nuestros antepasados celebraban el 24 de junio con la antigua fiesta de Lithia, un importante rito propiciatorio relacionado con el ciclo agrícola. En este periodo del año, la naturaleza alcanza su máximo esplendor, pero paradójicamente también es el momento en que las cosechas son más vulnerables a eventos catastróficos como granizadas repentinas o períodos de sequía. Los campesinos encendían grandes hogueras que iluminaban la noche más corta del año, simbolizando el poder del sol en su apogeo.
La leyenda cuenta que precisamente en esta noche especial, los dioses hacían descender a la tierra a los recién nacidos en forma de rocío, haciendo que cada gota fuera preciosa y cargada de poder vital. Recoger este "rocío de los dioses" significaba asegurarse protección y abundancia para los meses siguientes.
Con la llegada del cristianismo, esta celebración pagana se fusionó naturalmente con la fiesta de la natividad de San Juan Bautista. El simbolismo del agua, ya central en los ritos paganos, encontró perfecta correspondencia en la figura del santo que bautizaba con el agua del río Jordán. La oración del agua de San Juan se convirtió así en parte integral del ritual, transformando la antigua práctica en un acto de devoción cristiana.
El elemento purificador del agua asumió un nuevo significado espiritual, representando no solo la protección de las cosechas sino también la purificación del alma y el renacimiento espiritual. Así como San Juan preparaba el camino para Cristo a través del bautismo, esta "agua especial" prepara el cuerpo y el espíritu para una renovación profunda, creando ese equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu que está en el centro de la tradición herbolaria que Terzaluna custodia y transmite.
Según la tradición popular, el agua de San Juan sirve principalmente como herramienta de purificación espiritual y física, llevando consigo una promesa de suerte, salud renovada y protección para el año venidero.
La forma más común de utilizar esta "agua mágica" es lavarse las manos y la cara la mañana del 24 de junio, preferiblemente al amanecer. Este gesto simple pero cargado de significado simbólico representa un verdadero rito de paso: el agua enriquecida con la esencia de las flores y el rocío nocturno se considera capaz de purificar no solo el cuerpo sino también el espíritu, alejando influencias negativas y renovando las energías vitales.
En algunas regiones, la tradición sugiere aplicar suavemente el agua sobre el pelo para hacerlo más brillante y fuerte, o pasarla ligeramente por todo el cuerpo como una ablución ritual. Incluso hay quienes conservan una pequeña cantidad de esta preparación para usarla en momentos de necesidad durante el año, como un talisman líquido contra las adversidades.
Cuando se dediquen a este antiguo ritual, tómense el tiempo de estar plenamente presentes: sientan la frescura del agua en la piel, respiren el aroma delicado de las flores, y dejen que este momento se convierta en una pausa de conciencia en la frenética vida cotidiana. La preparación del agua de San Juan y su uso pueden transformarse en un valioso ejercicio de mindfulness, una oportunidad para reconectarse con los ritmos de la naturaleza y con una sabiduría ancestral que habla a través de los siglos.
Preparar el agua de San Juan es un proceso maravillosamente simple, al alcance de todos, pero que requiere cierta conciencia y respeto por el ritual. No se trata solo de mezclar ingredientes, sino de participar en una antigua práctica que conecta nuestro presente con tradiciones milenarias. Aquí te mostramos cómo realizar esta mágica preparación con pocos gestos cargados de significado.
Recuerden que todas las herramientas e ingredientes deben estar listos la noche del 23 de junio, después del atardecer, cuando la magia de la noche de San Juan comienza a manifestarse y las flores recolectadas pueden liberar al máximo sus propiedades beneficiosas.
¿Quieres preparar el agua de San Juan pero no tienes la posibilidad de recolectar las flores? ¡No hay problema! En Terzaluna, tu e-commerce de tés e infusiones de calidad, encuentras el hipérico seco de recolección silvestre, perfecto para recrear el aroma de esta antigua tradición. No dejes que la distancia de la naturaleza te impida vivir este ritual: ¡cómpralo ahora y prepáralo en casa!
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La simplicidad de esta receta esconde una profunda sabiduría: es en la paciente espera nocturna y en el encuentro entre elementos naturales donde se crea la magia de esta preparación, un pequeño milagro cotidiano que nos recuerda el poder transformador de la naturaleza.
Para preparar el agua de San Juan, la elección de las flores y hierbas es un momento importante y personal. No existe una lista rígida de ingredientes, sino más bien una tradición que invita a dejarse guiar por el instinto y la generosidad de la naturaleza circundante. Aquí están las flores y hierbas más comúnmente utilizadas en esta mágica preparación:
Mientras recolectas estos dones de la naturaleza, hazlo con respeto y moderación, tomando solo lo que necesitas y agradeciendo a la planta. Déjate guiar por los colores vivos, los aromas intensos y la sensación de las hojas entre los dedos. Cada flor que eliges lleva consigo no solo sus propiedades medicinales, sino también un significado simbólico que enriquecerá tu preparación personal del agua de San Juan.
Si no puedes recolectar las flores tú mismo, en Terzaluna encontrarás una selección de flores comestibles, muchas de recolección espontánea, perfectas para preparar esta mezcla especial. Hipérico, lavanda, verbena, malva y muchas otras hierbas te esperan para infundir en tu agua toda su esencia natural. Descubre nuestra selección de flores comestibles y vive esta tradición dondequiera que estés! ????????
El agua de San Juan se prepara exclusivamente en la noche entre el 23 y el 24 de junio, un momento no elegido al azar sino cargado de profundo significado simbólico. Esta fecha especial coincide con el solsticio de verano en el hemisferio norte, cuando la naturaleza alcanza su máximo esplendor y vitalidad. Se considera una "noche mágica" en la que el velo entre el mundo material y el espiritual se vuelve más delgado, permitiendo que las energías cósmicas fluyan libremente.
La tradición nos enseña que precisamente en estas horas nocturnas el rocío que se posa sobre las flores y las hierbas se carga de propiedades extraordinarias. Este "rocío de los dioses", como se llamaba en las antiguas creencias paganas, recoge en sí toda la potencia generativa de la naturaleza en su apogeo. Las gotas que se forman en los pétalos y las hojas durante esta noche especial se consideran portadoras de bendiciones, fortuna y protección.
La noche de San Juan también representa un importante momento de transición energética en el ciclo del año. Después de esta fecha, los días comenzarán a acortarse lentamente, marcando simbólicamente el inicio del descenso del sol hacia el invierno. Este punto de inflexión en el calendario natural era considerado sagrado en muchas culturas antiguas, que lo celebraban con rituales de purificación y renovación.
Preparar el agua de San Juan se convierte así en un pequeño ritual personal que nos permite sintonizarnos con los ritmos de la Tierra y honrar esta antigua sabiduría. Es un momento para ralentizar, observar y participar activamente en la danza de las estaciones, reconectándonos con algo más grande que nosotros. En este sentido, la preparación de esta agua especial no es solo una tradición folclórica, sino una oportunidad para redescubrir una relación más íntima y consciente con la naturaleza que nos rodea.
El agua de San Juan tiene una naturaleza efímera y transitoria, al igual que el momento mágico en el que se crea. Esta preparación ritual no está destinada a ser conservada por mucho tiempo: la tradición dice que debe utilizarse preferiblemente el mismo día 24 de junio, cuando sus propiedades beneficiosas y simbólicas están en su máxima potencia.
A diferencia de otras preparaciones herbales, no se trata de un remedio para consumir internamente, sino de un agua destinada exclusivamente al uso externo y ritual. Si después de tu ritual de purificación te queda agua sobrante, existen dos hermosas opciones para honrar su valor simbólico.
Recuerda siempre que el valor de esta preparación no reside en su duración, sino en la intensidad del momento ritual que representa – un breve pero poderoso encuentro con una tradición ancestral que sigue viva a través de nuestros gestos.
El agua de San Juan representa mucho más que un simple ritual: es un patrimonio cultural que nos reconecta con nuestras raíces más profundas y con la sabiduría de nuestros antepasados. Este antiguo rito, transmitido de generación en generación, nos invita a redescubrir el poder transformador de la naturaleza y el valor simbólico de las plantas que nos rodean.
Cada flor, cada hierba recolectada con conciencia para esta preparación lleva consigo no solo sus propiedades beneficiosas, sino también siglos de tradición y significados profundos. Si deseas experimentar personalmente la magia de este ritual, Terzaluna ha seleccionado para ti una preciosa colección de flores secas perfectas para la preparación del agua de San Juan.
Nuestras flores, muchas de las cuales provienen de recolección espontánea en áreas vírgenes, conservan intactas todas sus propiedades y su energía vital. El hipérico, la caléndula, la lavanda, la malva y todas las demás hierbas tradicionalmente utilizadas para esta preparación están disponibles en envases que respetan el medio ambiente y preservan la calidad de los ingredientes.
Preparar tu propia agua de San Juan con las flores de Terzaluna significa participar conscientemente en un ritual antiguo, creando un momento de conexión auténtica con la naturaleza y contigo mismo. Es una ocasión para ralentizar, para encontrar un ritmo más natural y para celebrar los ciclos de la Tierra que tanto influyen en nuestras vidas, aunque a menudo no nos demos cuenta.
Cada flor que eliges se convierte así no solo en un ingrediente, sino en un mensajero de esa sabiduría antigua que aún hoy tiene mucho que enseñarnos sobre nuestro bienestar y sobre nuestra relación con el universo.
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